Detalle agenda/
5/ octubre 2020

Foro La Toja 2020

1 a 3 de octubre. La Toja, Galicia

El Foro “La Toja” se plantea como un espacio de diálogo entre ambas orillas del Atlántico, una invitación a mirar conjuntamente los retos que compartimos, los problemas que debemos afrontar y la posibilidad de hacerlo conjuntamente. Una oportunidad para mirar hacia el futuro desde nuestras raíces comunes y nuestros intereses compartidos.

Este evento propone a sus ponentes e invitados en este año 2020 pensar en el mundo post-covid 19: desde el equilibrio geoestratégico hasta las políticas para la recuperación económica; desde el impulso a la digitalización hasta el funcionamiento de las instituciones multilaterales; desde la situación de nuestros jóvenes hasta el nuevo papel del Estado.

La secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan participará en el foro el viernes 2 de octubre, en la mesa denominada “El mundo que viene, ¿Nada será igual?” junto a Robin Niblett, director de Chatham House; Bruno Maçaes, politólogo y escritor y Emilio Lamo de Espinosa, presidente del Real Instituto Elcano.

En el foro tendrán lugar varias mesas de debate, como:

La reconstrucción
La crisis del COVID 19 ha golpeado a España como a ninguna otra economía de Europa. Además del parón del turismo y del sector servicios nuestra potencia exportadora también se ha resentido por la caída de la demanda y las tensiones comerciales que habían comenzado antes de la pandemia. ¿Hacia donde debemos dirigir nuestros esfuerzos en la reconstrucción? Es posible que la tragedia del COVID 19 permita la transformar la economía española sobre unas bases radicalmente distintas y encontrar nuevos ejes sobre los que cimentar el bienestar del futuro. La ayuda europea exigirá reformas para corregir algunos de los problemas endémicos de nuestra estructura productiva. Nunca como ahora se ha hecho patente la necesidad de acertar con las prioridades y las reformas.

El mundo que viene, ¿nada será igual?
Una de las paradojas del COVID 19, según el politólogo Ivan Krastev, es que ha acelerado la tendencia a la desglobalización iniciada en la Gran Recesión de 2008-2009 sin dejar de mostrar al mismo tiempo los límites de la renacionalización. Queremos estados fuertes, capaces de almacenar los suministros necesarios para hacer frente a la crisis, pero a la vez sabemos que la magnitud de la pandemia sobrepasa con mucho la capacidad de la mayoría de los países para hacerle frente en solitario.

A sólo unos meses de las elecciones en EEUU, el liderazgo internacional de este país parece cada vez más desdibujado; tampoco el poderío chino ha salido indemne de lo ocurrido en los últimos meses lo que dibuja un escenario mundial más inestable de lo que era ya antes de la pandemia. La carrera por la fabricación de la vacuna es sólo el último episodio de la pugna global entre las dos superpotencias. Una competición que supera con mucho la rivalidad económica y es cada vez más un escenario de disputa global; desde lo militar a lo tecnológico, desde lo comercial a lo estratégico. Estamos ante lo que los expertos definen ya como una guerra fría más caliente de lo que fue la primera. Europa, pendiente de su propia crisis y de la resolución de Brexit, tiene una nueva oportunidad para definir su necesario protagonismo en el nuevo escenario geopolítico.

La respuesta de Europa
Europa ha respondido en a esta pandemia con la determinación y ambición que no tuvo en ocasiones precedentes. El protagonismo del Banco Central Europeo para sostener la liquidez de la economía y los fondos de reconstrucción aprobados en el Consejo Europeo del pasado mes de julio señalan un camino esperanzador para el continente. Sin el freno británico a una mayor integración, el eje franco-alemán ha conseguido imponer una respuesta europea a la altura de la crisis. Pero la poderosa figura de Angela Merkel está a punto de abandonar la escena y las divisiones entre bloques – “frugales”, “partidarios de la cohesión” o “visegrado” – cada vez más consolidados no auguran un futuro fácil en la política europea.

Un diálogo intergeneracional sobre valores
La pandemia ha tenido un impacto extraordinario en nuestra vida social, los hábitos de consumo, nuestras relaciones, la educación, la política, etc. Todo se ha visto afectado por una situación inimaginable en nuestro mundo de antaño cuajado de certezas. Pero de entre todos los fenómenos, tal vez la doble crisis que han sufrido las generaciones más jóvenes sea el más preocupante. Los jóvenes son los primeros en ser expulsados del mercado laboral en momentos de crisis, también son quienes cuentan con trabajos más inestables y peor pagados. Su representación política es escasa y la solidaridad intergeneracional, ese elemento decisivo de cohesión social, no parece atender ni a sus urgencias ni a sus prioridades. La crisis que afrontamos solo puede ser superada desde una visión de los valores que permiten el funcionamiento de una democracia avanzada y una sociedad abierta. Pero en la búsqueda de soluciones es imprescindible el diálogo entre distintas generaciones de líderes para compartir experiencias, sensibilidades y propuestas.

La digitalización antes y después de la pandemia
La pandemia ha acelerado de manera abrupta el proceso de intensa digitalización en que estaban inmersas nuestras sociedades. El teletrabajo, la educación on line, la atención on-line, el comercio y la administración electrónica se han implantado en todos los ámbitos durante esta pandemia, cuyas consecuencias habrían sido aún mucho peores sin el soporte de la tecnología digital. También esta crisis nos ha permitido entender el valor y la importancia de las redes de Banda Ancha de nueva generación. Durante los últimos años hemos oído lo que sonaba como un slogan: España tiene mas conexiones de fibra óptica que Francia, Alemania y el Reino Unido juntas. Gracias a ello hemos podido durante esta pandemia trabajar desde casa, educar en casa y reunirnos virtualmente con amigos y familiares durante el confinamiento.

La pandemia ha contribuido a hacernos entender a todos la profundidad del debate público sobre el uso de nuestros datos y los límites a dicho control. Las herramientas de rastreo digital se han constituido en el banco de experimentación sobre el uso de nuestros datos y el derecho a la privacidad.

Se ha creado otra división de profundo calado en nuestras sociedades: los trabajadores conectados y los trabajadores presenciales. Mientras los primeros cuentan con formación y recursos para adaptarse al mundo post pandemia, los segundos corren el riesgo de ser los grandes perdedores cuando, paradójicamente, su papel resultó decisivo durante el confinamiento.