Nueva etapa de flexibilidad en la evolución de los procesos de integración regional en América Latina

Olivier Dabène, director del campus “SciencesPo América Latina” de Poitiers y presidente del Observatorio Político de América Latina y el Caribe, pronunció una conferencia en la SEGIB sobre el tema Situación y evolución de los procesos de integración regional en América Latina, el jueves 19…

Olivier Dabène, director del campus “SciencesPo América Latina” de Poitiers y presidente del Observatorio Político de América Latina y el Caribe, pronunció una conferencia en la SEGIB sobre el tema Situación y evolución de los procesos de integración regional en América Latina, el jueves 19 de mayo, presentada por Enrique V. Iglesias, secretario general iberoamericano, y con asistencia de numerosas personalidades. Antes de la conferencia se firmó un Convenio marco entre la SEGIB y la Universidad de Poitiers, para colaborar en temas de interés conjunto.

Dabène comenzó señalando que han pasado muchas cosas desde que Rosenthal escribiera un famoso artículo sobre las etapas de los primeros treinta años de integración regional en América Latina.

Transcurridos veinte años más, se constata que ha habido una enorme cantidad de iniciativas, pero pocos progresos, si se utilizan las variables de análisis comunes. La crisis de los procesos ha sido más o menos permanente.
Hoy, si bien el panorama sigue siendo muy complejo, se constata una flexibilidad en términos de cronograma, una nueva forma de hacer  que no obliga a los países a asumir una misma metodología ni un mismo ritmo por parte de los países. Se dan muchos casos de bilateralismo, acuerdos triangulares, multilaterales, regionales y también algo como trasnacionalismo, etc., es decir, una gran variedad de acuerdos, con una geometría variable muy compleja. Los temas no incluyen solo lo comercial, sino aspectos sociales, culturales, de medio ambiente, de infraestructuras. Por otra parte, los socios en los distintos temas pueden variar respecto a otros acuerdos más globales que puedan existir en paralelo.

Los factores más importantes que influyen en esta situación son: una cierta desilusión respecto a la integración regional puramente comercial, que no ha generado el intercambio recíproco esperado; la capacidad de producir bienes públicos regionales, pero fuera del marco tradicional de los acuerdos (p.ej., la Iniciativa para las Infraestructuras regionales, del año 2000). Aquí, la metodología es más pragmática y orientada a la acción directa; nunca ha habido un consenso en la región sobre los objetivos que se quieren lograr. Las influencias, muchas veces, han ido en sentidos opuestos; el clima político en la zona, polarizado, con una fuerte influencia de la izquierda, muestra a veces diferencias entre el discurso oficial y la realidad de la políticas que se llevan a cabo.

Las posibles consecuencias de esta nueva etapa con la proliferación de acuerdos de todo tipo llevan a un enfoque utilitarista, en vez de una concepción más glogal y solidaria. La gobernanza regional no resulta coherente cuando se observa tanta desregulación, lo que también produce una crisis de identidad. Sin embargo, las Cumbres presidenciales contribuyen a crear y tejer un interés común a nivel su-regional y regional, lo que constituye un elemento muy positivo, concluyó Dabène.

Por su parte, Iglesias comentó que los países han ido oscilando respecto a la integración y tampoco han respetado los acuerdos cuando han llegado etapas de crisis. Sin embargo, hay buenos ejemplos de integración pragmática, como son las políticas comerciales de Brasil y también los acuerdos a nivel empresarial en la región.

Hay tres grandes motores para la integración en una forma latinoamericana propia: la flexibilización de  los acuerdos formales; los acuerdos de cooperación, que potencian en gran manera la integración; y las empresas multilatinas, que constituyen un movimiento espectacular.

Existe un nuevo regionalismo en América Latina, pero se necesita mantener la visión global de la región, que es donde reside nuestra fuerza. La nueva razón de ser de la integración en América Latina es que las tendencias, a partir de la nueva coyuntura internacional, deben poner atención a la actual dependencia de los precios de las materias primas, y a la fragilidad que eso representa, dijo Iglesias.

 

 

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