El Secretario General Iberoamericano, Enrique V. Iglesias, y el ex Presidente del Gobierno español Felipe González apuestan decididamente por el futuro de una América Latina que cuenta con materias primas y grandes recursos humanos y que tiene por delante buenas oportunidades aún en plena crisis económica mundial.
Iglesias y González intervinieron el 24 de noviembre en Lisboa junto al escritor mexicano Jorge Volpi en el XV Foro Eurolatinoamericano de Comunicación, un espacio de debate que organiza la Asociación de Periodistas Europeos en días previos a la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno (Estoril, del 29 de noviembre al 1 de diciembre) y que en esta ocasión se dedicó a los Bicentenarios de las Independencias de América Latina.
González lamentó que "América Latina mire más al pasado que al futuro"; se quejó de la "absurda carrera armamentista en la región", y argumentó que "une más una carretera o un gaseoducto que mil discursos ideológicos". Pero confió en el porvenir de una América Latina "que, por primera vez, no ha creado la crisis y que, por primera vez, ha sabido superarla con éxito".
Iglesias definió cinco puntos a los que atender en el futuro de la región. Primero, el mundo será más competitivo, lo que requiere innovación, recursos humanos e infraestructuras. Segundo, habrá una mayor demanda de Estado; de un Estado mejor y más eficaz que trabaje con un mercado más regulado. Tercero, tendrá que haber más atención que nunca al medio ambiente y al cambio climático. Cuarto, aumentarán las demandas sociales, tanto de las clases medias como de los sectores menos desarrollados de la población. Y quinto, el mundo habrá de replantearse la globalización, y con ello la reforma de los mercados internos en cada país y de los mercados regionales. Por eso insistió en la necesidad de fortalecer todos los mecanismos de integración en la Comunidad Iberoamericana.
Por su parte, el escritor Jorge Volpi, aunque celebró la mejora del sistema democrático en Latinoamérica, hizo una crítica abierta a los países que se han deslizado por la pendiente del caudillismo, que han puesto cada vez más difícil el trabajo de los Medios de Comunicación y que, en definitiva, han creado una especie de "democracia imaginaria" que se despega cada vez más de los ciudadanos.
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