Cacao para un futuro sostenible: la alianza que conecta Portugal, Santo Tomé y Colombia

Esta iniciativa es posible gracias al Fondo de Cooperación Triangular Portugal, América Latina y África -financiado por el Gobierno de Portugal a través del Camões – Instituto da Cooperação e da Língua I.P. y gestionado por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB).

Cuando amanece en Santo Tomé, el aire se carga de humedad y el calor asoma denso, casi palpable. Entre parcelas dispersas, abrazadas por bananos y árboles autóctonos, los agricultores siembran y cosechan el grano que, alguna vez, encumbró a esta isla africana situada en el corazón del Golfo de Guinea. Más de un siglo después de aquel esplendor, el cacao sigue siendo hoy el primer producto de exportación del país y la principal fuente de renta de más de 5.000 familias cuyo futuro depende, en buena medida, de la resiliencia de este fruto.

Para garantizar la continuidad de este cultivo ancestral cuya calidad sigue conquistando paladares en todo el mundo, investigadores, técnicos y productores locales de Santo Tomé y Príncipe y Colombia colaboran en un proyecto de Cooperación Triangular en el que también participa Portugal. La iniciativa, coordinada por el Instituto Marquês de Valle Flôr (IMVF), se propone demostrar, a través de datos y evidencias tangibles, que el cacao no solo es un motor económico para estas comunidades, sino también un aliado silencioso en la preservación del planeta.

«Gracias a Dios este proyecto ha sido bienvenido y supone una evolución económica y ambiental para Santo Tomé y Príncipe», cuenta Eleuterio C. de Oliveira, propietario de una de las frondosas parcelas donde se llevan a cabo las investigaciones en el marco del proyecto de cooperación.

 

Una Cooperación Triangular para la bioagrodiversidad del cacao y la resiliencia climática

La iniciativa, impulsada por el Fondo de Cooperación Triangular Portugal, América Latina y África -financiado por el Gobierno de Portugal a través del Camões – Instituto da Cooperação e da Língua I.P. y gestionado por la SEGIB- trabaja desde hace meses para optimizar los sistemas agroforestales que rodean el cultivo del cacao y profundizar los estudios de genotipaje del grano.

El objetivo de la iniciativa es doble. Por un lado, pretende contribuir a la mitigación de los efectos del cambio climático, dado que los sistemas agroforestales con cacao tienen la capacidad de secuestrar carbono y generar menores emisiones de gases de efecto invernadero. Por otro, se busca aumentar la capacidad de adaptación a los efectos adversos del cambio climático, un desafío que solo puede afrontarse cuando los sistemas productivos son más biodiversos, eficientes y resilientes climáticamente.

«La gran esperanza del proyecto es que, gracias a la calidad de los investigadores y de los resultados del trabajo de campo realizados en Santo Tomé y Príncipe y Colombia, consigamos contenido suficientemente claro y útil para demostrar a los agricultores, a cooperativas, políticos y a la cooperación internacional la importancia de apoyar sistemas agroforestales y prácticas agrícolas que permitan combatir el cambio climático y contribuir a la preservación de ecosistemas y de la biosfera«, afirma Carolina Feilman Quina, administradora ejecutiva del IMVF.

Desde hace meses un equipo de científicos y técnicos, con la ayuda de agricultores locales como Husta Victoria Clobi, avanza entre las densas plantaciones agroforestales de cacao para estimar los flujos de emisiones de gases de efecto invernadero y el almacenamiento de carbono. Trabajan con el fin de identificar en qué tipo de zonas, en qué sistemas de producción y bajo qué etapa de crecimiento del cultivo, el cacao es más resiliente y posee un mayor potencial de mitigación para combatir los efectos adversos del cambio climático.

Una vez concluidas las investigaciones, la intención es transferir a los productores locales un conocimiento «objetivo y tangible», basado en datos concretos, para que comprendan de forma clara las ventajas de apostar por modelos sostenibles. «No se trata solo de teorías metodológicas, sino de ofrecerles prácticas concretas que les permitan preservar o al menos mitigar el fenómeno del cambio climático» , señala Francesca del Bove Orlandi, gerente de proyecto del IMVF.

Para ello es fundamental la cooperación y el intercambio de conocimiento entre todos los socios del proyecto en el que, además del IMVF, colaboran el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (SINCHI) de Colombia; la Universidad de Évora; el Centro de Investigaciones Agronómicas y Tecnológicas (CIAT) de Santo Tomé y Príncipe; y la ong colombiana Red Nacional de Agencias de Desarrollo Local (Red Adelco).

«Sin la cooperación y alianzas como estas, este proyecto no sería posible», precisa Armando Sterling, investigador del SINCHI.

En este intercambio horizontal de experiencias que supone la Cooperación Triangular, Colombia, explica Sterling, ha llevado hasta Santo Tomé su metodología para la medición de los gases de efecto invernadero en el suelo, mientras que la isla africana aporta al país latinoamericano su conocimiento y buenas prácticas en los modelos de asociación agroflorestal.

«Lo más interesante de Santo Tomé es el contraste ambiental que tienen, la combinación entre las prácticas tradicionales y los modelos sostenibles actuales, que son modelos más agro diversos. La gran enseñanza que obtenemos de Santo Tomé es la diversidad de especies, así como la adopción de las transiciones agrológicas que están incorporando sus comunidades y que podemos replicar en Colombia», concluye.

 

Un fondo de un millón de euros para impulsar la Cooperación Triangular entre Iberoamérica y África

El proyecto «Bioagrodiversidad del cacao y resiliencia climática» es una de las seis iniciativas impulsadas por el Fondo de Cooperación Triangular Portugal, América Latina y África, dotado de un millón de euros y que involucra a 30 instituciones repartidas en Iberoamérica y África lusoparlante.

«En la SEGIB vamos a incorporar los aprendizajes que tuvimos en Santo Tomé para promover una mayor Cooperación Triangular al interior de nuestra región iberoamericana, y además, con otras regiones en desarrollo, potenciando el fortalecimiento de capacidades y reduciendo brechas en el desarrollo de los países», asegura Martín Rivero, Coordinador del Área de Cohesión Social y CSS de la SEGIB.

Además del proyecto de cacao, con el apoyo del Fondo también se ha impulsado en Santo Tomé y Príncipe una iniciativa de cooperación para la transformación digital de la Isla de Príncipe, liderada por el Instituto portugués para la Promoción de América Latina y Caraíbas (IPDAL) y que se apoya en la experiencia de Argentina (Fundación País Digital).

«Desde Portugal estamos seguros de que los resultados de los proyectos de cooperación serán muy positivos y beneficiarán al país. Tanto el impulso del sector agrícola como la digitalización son fundamentales para el crecimiento económico del archipiélago», sostuvo el Embajador de Portugal en Santo Tomé y Príncipe, Luis Leandro da Silva, quien destacó que 38 de las 370 candidaturas al Fondo estaban dirigidas a Santo Tomé y Príncipe.

Proyecto de cooperación "Bioagrodiversidad del cacao y resiliencia climática"

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