Iberoamérica, de luto por el fallecimiento del escritor mexicano Carlos Fuentes

A lo largo de su vida, Carlos Fuentes afirmó que la cultura y el arte nos indican que no sólo debemos conocer el mundo, sino además imaginarlo, y que la identidad en Latinoamérica emana de la conciliación de las culturas de las que provenimos: indígena,…

A lo largo de su vida, Carlos Fuentes afirmó que la cultura y el arte nos indican que no sólo debemos conocer el mundo, sino además imaginarlo, y que la identidad en Latinoamérica emana de la conciliación de las culturas de las que provenimos: indígena, europea y la tercera raíz, la negra, de La Raza Cósmica de José Vasconcelos y la América sin adjetivos de Simón Bolívar.

El escritor mexicano, fallecido este 15 de mayo en la ciudad de México, a la edad de 83 años, estuvo siempre convencido de que la cultura es el espejo de lo mejor que podemos ser y lo mucho que podemos dar.

Su extensa obra narrativa está integrada por los libros Los días enmascarados, 1954; La región más transparente, 1958; Las buenas conciencias 1959; Aura, 1962; La muerte de Artemio Cruz, 1962; Cantar de ciegos, 1964; Zona sagrada, 1967; Cambio de piel, 1967; Cumpleaños, 1969; La nueva novela hispanoamericana, 1969; El mundo de José Luis Cuevas, 1969; Todos los gatos son pardos, 1970; El tuerto es rey, 1970; Casa con dos puertas, 1970; Tiempo mexicano, 1971; Los reinos originario teatro hispano-mexicano, 1971; Cuerpos y ofrendas, 1972 y Terra Nostra, 1975.

También Cervantes o la crítica de la lectura, 1976; La cabeza de la hidra, 1978; Una familia lejana, 1980; Agua quemada, 1981; Orquídeas a la luz de la luna, 1982; Gringo Viejo, 1985; Cristóbal Nonato, 1987; Constancia y otras novelas para vírgenes, 1990; Valiente mundo nuevo, 1990; La campaña, 1990; Ceremonias del alba, 1990; El espejo enterrado, 1992; El naranjo o los círculos del tiempo, 1993; Diana o la Cazadora Solitaria, 1996, entre otras.

Observador lúcido de la realidad de las sociedades contemporáneas, Carlos Fuentes afirmó estar convencido de que en “Iberoamérica sabemos exactamente quiénes somos, lo que no tenemos claro del todo es a dónde vamos, a dónde nos llevarán las clases políticas”.“La cuestión primordial es comenzar a movernos de la identidad adquirida a la diversidad por adquirir. La viabilidad democrática, la cultura y el futuro de nuestras naciones dependerán del esfuerzo de todos”.

Según una reciente entrevista al canal 22 de televisión de Conaculta México, el escritor mencionaba que la pobreza que aqueja a muchos países de América Latina sigue siendo el vergonzoso pecado original de nuestras sociedades y aseguraba que la democracia al dar legitimidad de origen debe dar también legitimidad de ejercicio. “La democracia significa también educación vitalicia, cuidado al anciano, derechos a la mujer, lucha contra la corrupción. ¿Por qué teniendo una continuidad cultural tenemos una política tan fracturada y economías tan frágiles?

En este sentido, el autor, quien de manera reiterada mostraba su preocupación sobre el porvenir de los jóvenes, no sólo en México sino en el resto del continente.

Y agregaba: “Si existe un mundo creado por la humanidad, también existe una humanidad creada por el mundo. El mundo tal y como es no basta, por el contrario, nos devasta. Los teóricos del fin de la historia están tratando de vendernos otra historia donde sólo nos queda divertirnos hasta la muerte, esto no puede representar el futuro”.

“Debemos multiplicar las oportunidades para enseñar y conservar las artes. La mitad de la población de América Latina tiene sólo 20 años de edad o menos, somos un continente de jóvenes. No podemos crear leyes de orden social y político sin preguntarles a ellos”.

En uno de sus últimos encuentros con los medios, el escritor afirmó que si tuviera un plan de vida sería escribir hasta la muerte. “Es lo que me gusta hacer, para mí no es un trabajo, es lo que disfruto y quisiera hacerlo hasta mis últimos días”.

Con respecto a su propia obra, comentó no tener un libro predilecto, pues a todos los considera como parte de su familia. “Qué puedo decir, mis libros son como mis hijos, los hay altos, tuertos, bajitos, otros son así y asado, no importa, todos son mis hijos”.

No obstante, confesó que su cariño por el cine sí ha influenciado su narrativa. “Sin embargo soy muy malo escribiendo guiones de cine, por eso hago novela, la novela ha sobrevivido a todo. Yo como novelista me digo, si tengo un lector, me basta. La novela, salvo Dickens, siempre ha sido para un número reducido de lectores y va a sobrevivir porque hay cosas que sólo se pueden decir en el mundo a través de este género”.

Entre los premios que obtuvo están el Premio Nacional de Literatura en México (1984), el Cervantes (1987) y el Príncipe de Asturias (1994).

 

 

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